Como no debían tener muchos recursos para acometer la obra de construcción, aun contando con los patrocinios de la Corona, del Gobierno y del Arzobispado, hubieron de recurrir a actos profanos como corridas de toros y funciones de teatro para recaudar fondos. La primera piedra se colocó el 22 de octubre de 1842, pero la escasez de fondos ralentizó su culminación. Finalmente el 1 de noviembre de 1856 se llevó a cabo la consagración del nuevo templo, al que se quiso añadir una escuela y un pequeño hospital.
El arquitecto parece que fue José María Aguilar, quien también lo fue de la sacristía, acabada mucho más tarde (1880-1881). Los autores de “Iglesias de Madrid” a los que recurrimos habitualmente como una de nuestras fuentes de consulta nos refieren algunos detalles curiosos de su construcción: “Uno de ellos fue que algunos de los materiales fueron donados por particulares, como los ladrillos que los suministraron algunas industrias de Chamberí, mientras que los hierros y bronces fueron donados por el fundidor Ramón Bonaplata, luego establecido en este popular barrio. Se sabe que incluso los propios obreros que intervinieron en su construcción, fueron también vecinos del barrio”.
Según el cronista de la villa, Velasco Zazo, la iglesia era de estilo neoclásico, con una buena fachada y un retablo en el altar mayor donde figuraba un cuadro con las efigies de Santa Teresa y Santa Isabel.
Para quien quiera saber como era la iglesia antes del fatídico 1936 incluyo una postal antigua:
El templo tiene también su pequeña leyenda. Se dice que el 7 de febrero de 1852, cuando pasó por delante en un borriquillo camino de ser ajusticiado en el “Campo de Guardias”, el cura Martín Merino “el regicida”, condenado a garrote vil por haber atentado contra la vida de la reina Isabel II, al ver la iglesia, aseguró que estaba mal construida por defectuosa cimentación y que se caería sin remedio, lo que así sucedió pues poco después se hundió una torre.
En el año 1936 esta iglesia, al igual que sucedió con otras muchas de Madrid fue incendiada y expoliada sufriendo graves daños y perdiéndose cuanto contenía en su interior. Después de la guerra civil comenzó una larga reconstrucción entre los años 1942 y 1950 a cargo y bajo la responsabilidad del arquitecto José María Garma Zubizarreta. He leido que estas obras fueron financiadas “gracias a la generosidad de don Félix Huarte, cuyos donativos y créditos posibilitaron su finalización”. El templo se amplió en sus proporciones respecto del precedente.
El exterior que es de líneas muy simples: un cuerpo central con dos torre gemelas a los lados. Tres puertas adinteladas, la de la parte central algo mayor que las laterales. En el segundo cuerpo una hornacina con una estatua de Santa Teresa de Jesús.
El interior es de planta de cruz latina, con crucero y tres naves. La central se cubre con bóveda de cañón y las laterales con bóvedas más bajas, ricamente decoradas con yeserías de ornamentación floral. La primera impresión que percibo es de pretendida suntuosidad. Todos los elementos arquitectónicos y artísticos combinan en una estética neobarroca, ya fuera de época, al tiempo de su construcción.
Lo mas importante es el retablo del altar mayor de traza barroca que procede de la iglesia de San Pelayo en la localidad palentina de Villaumbrales de Campos y que fue vendido por la diócesis de Palencia a la de Madrid en 1946, junto con otro retablo mas pequeño y dos tallas en veinte mil pesetas. Este retablo que ahora contemplo de lejos, aunque me gustaría hacerlo desde más cerca y con más tiempo, está todo el dorado y estofado y se compone de tres calles, separadas por columnas salomónicas, la central más ancha que las laterales. Se asienta sobre predela y se remata en un ático donde se aloja un Calvario. En las calles laterales hay escenas de la vida y martirio de San Pelayo .
En el centro del retablo en un camarín se alberga una imagen moderna de Nuestra Señora del Carmen, patrona del barrio de Chamberí. Parece que esta imagen se adquirió por suscripción pública en 1949 en sustitución de otra anterior, se supone que destruida durante el asalto y quema del templo, a la que llamaban de forma castiza “la chamberilera”. La imagen actual es sacada en procesión todos los 16 de julio, día de su festividad.
Por el resto del templo abundan los altares neobarrocos, de grandes imágenes y de relativo valor artístico. Quien desee una descripción pormenorizada de los distintos altares, más o menos exacta, puede consultar el libro citado de “Iglesias de Madrid”, al que me remito. Me llama la atención un busto de plata del Ecce-Homo, en el altar de la Virgen de Fátima cercano a la entrada en el lado del Evangelio que es muy venerado.
Fuente: Blog de Manuel Blas Martínez